La salvación es el regalo de Dios traída al hombre por gracia y recibida por fe personal en el Señor Jesucristo, cuya preciosa sangre fue derramada en la cruz del Calvario para perdón de nuestros pecados. (Juan 1:12; Efesios 1:17; Efesios 2: 8-10, 1 Pedro 1:18-19)

Satanás es una persona, el autor del pecado y la causa de la caída del hombre. Es abiertamente el enemigo de Dios y del hombre. Sera castigado eternamente en el Lago de Fuego. (Job 1: 6-7, Isaías 14: 12-17, Mateo 4: 2-11, 25: 41; Apocalipsis 20:10

Satanás es una persona, el autor del pecado y la causa de la caída del hombre. Es abiertamente el enemigo de Dios y del hombre. Sera castigado eternamente en el Lago de Fuego. (Job 1: 6-7, Isaías 14: 12-17, Mateo 4: 2-11, 25: 41; Apocalipsis 20:10

Creemos que el hombre fue creado a la imagen y semejanza de Dios, pero al pecar Adán, la raza humana cayó, heredó una naturaleza pecaminosa y se apartó de Dios; ese hombre es totalmente depravado, y por sí mismo, es completamente incapaz de remediar su condición perdida. (Genesis 1: 26-27; Romanos 3: 22-23; 5: 12; 6: 23; Efesios 2: 1-3; 4: 17-19)

Creemos en la resurrección corporal de todos los hombres, los salvos para la vida eterna y los no salvos para el juicio y el castigo eterno. (Mateo 25: 46; Juan 5: 28, 29; 11: 25-26; Apocalipsis 20: 5- 6, 12-13) Creemos que las almas de los redimidos están, al morir, ausentes del cuerpo y presentes con el Señor, donde en la dicha consciente esperan la primera resurrección, cuando el espíritu, el alma y el cuerpo se unen para ser glorificados para siempre con el Señor. (Lucas 23: 43; 2 Corintios 5: 8; Filipenses 1: 23; 3: 21; 1 Tesalonicenses 4: 16-17; Apocalipsis 20: 4-6) Creemos que las almas de los no creyentes permanecen, después de la muerte, en castigo consciente y tormento hasta la segunda resurrección, cuando con el alma y el cuerpo reunidos aparecerán en el Juicio del Gran Trono Blanco, y serán arrojados al Lago de Fuego, no para ser aniquilados, pero para sufrir un castigo de tormento eterno y consciente. (Mateo 25: 41-46; Marcos 9: 43-48; Lucas 16: 19-26; 2 Tesalonicenses 1: 7-9; Judas 6-7; Apocalipsis 20: 11-15)

Creemos que la vida humana comienza en la concepción y que el niño no nacido es un ser humano vivo. El aborto constituye la toma inexcusable e injustificada de la vida humana no nacida. El aborto es asesinato. Rechazamos cualquier enseñanza de que los abortos de embarazos debido a violación, incesto, defectos de nacimiento, selección de género, control de nacimiento o población, o el bienestar mental de la madre sean aceptables para justificar tales hechos. (Job 3: 16; Salmo 51: 5; 139: 14-16; Isaías 44: 24; 49: 1, 5; Jeremías 1: 5; 20: 15-18; Lucas 1: 44)

Creemos en un Dios Triuno, que existe eternamente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, cada uno es coeterno en ser y en existencia, coidénticos en naturaleza, coiguales en poder y gloria, con los mismos atributos y perfección. (Deuteronomio 6:4; Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14; Juan 14:10, 26)

Creemos que la iglesia comenzó cuando el Señor Jesucristo llamo a los doce discípulos, y que fueron llenos del poder de Dios en el día de Pentecostés. Creemos que la iglesia local es la única institución establecida por Dios para cumplir su misión. Creemos que la iglesia local está compuesta por miembros que han sido salvos y bautizados de acuerdo al mandamiento de Cristo y que voluntariamente se reúne con el propósito de alabar, tener compañerismo, servir y celebrar la cena del Señor.

Dios ha ordenado y creado toda autoridad; esta consiste en tres principales instituciones: el hogar, la iglesia y el estado. Cada persona está sujeta a estas autoridades, pero todos (incluyendo las autoridades) rinden cuentas a Dios y son gobernados por Su palabra. Dios ha dado a cada institución responsabilidades bíblicas específicas y las equilibró con el entendimiento de que ninguna institución tiene el derecho de infringir a la otra. El hogar, la Iglesia y el estado son iguales y soberanos en sus respectivas esferas de responsabilidad. (Romanos 13: 1-7; Efesios 5: 22-24; Hebreos 13: 17; 1 Pedro 2: 13-14)

Creemos que las Escrituras interpretadas en su sentido natural y literal revelan dispensaciones o reglas de vida determinadas divinamente, que definen las responsabilidades del hombre en épocas sucesivas. Estas dispensaciones no son caminos de salvación, sino que son administraciones divinamente ordenadas por las cuales Dios dirige al hombre de acuerdo con su propósito. Tres de estas dispensaciones, la ley, la iglesia y el reino, son temas de revelación detallada en las Escrituras. (Génesis 1: 28; 1 Corintios 9: 17; 2 Corintios 3: 9-18; Gálatas 3: 13-25; Efesios 1: 10; 3: 2-10; Colosenses 1: 24-25, 27; Apocalipsis 20: 2-6)

Creemos que todos los redimidos, una vez salvos, son guardados por el poder de Dios, por lo tanto, están seguros en Cristo para siempre. (Juan 6: 37-40; 10: 27-30; Romanos 8: 1, 38-39; 1 Corintios 1: 4-8, 1 Pedro 1: 4-5) Creemos que es un privilegio de los creyentes regocijarse en la seguridad de su salvación a través del testimonio de la Palabra de Dios, que, sin embargo, prohíbe claramente el uso de la libertad cristiana como una ocasión para la carne. (Romanos 13: 13-14; Gálatas 5: 13; Tito 2:11-15)

Creemos que Dios creo el universo literalmente en 6 días de 24 horas cada uno. Rechazamos la teoría de la evolución, Creemos que Dios creó el universo en seis períodos literales de 24 horas. Rechazamos la Teoría de la Evolución, la Teoría de la Brecha, la Teoría del Día-Era y la Evolución Teísta. Son teorías de origen no bíblicas. (Génesis 1-2; Éxodo 20:11)

Creemos que los cristianos tienen prohibido presentar demandas civiles contra otros cristianos o la iglesia para resolver disputas personales. La iglesia posee todos los recursos necesarios para resolver disputas personales entre los miembros. Sin embargo, creemos que un cristiano puede solicitar una indemnización por lesiones de la compañía de seguros de otro cristiano, siempre que el reclamo se presente sin malicia ni calumnia. (1 Corintios 6: 1-8; Efesios 4: 31-32)

Creemos que el Espíritu Santo es una persona que convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Él es el que hace la labor de regeneración en el creyente, bautizándolo en el cuerpo de Cristo, morando y sellándolo hasta el día de la redención. (Juan 16:8-11; Romanos 8:9; 1 Corintios 12: 12-14; 2 Corintios 3:6; Efesios 1: 13-14) Creemos que el Espíritu Santo es el maestro divino que ayuda a los creyentes a comprender y apropiarse de las Escrituras. Es un privilegio y una responsabilidad de todos los salvos de ser llenos del Espíritu. (Efesios 1:17-18; 5:18: 1 Juan 2:20, 27) Creemos que Dios es soberano en impartir dones espirituales a cada creyente. Dios usa de manera particular a evangelistas, pastores y maestros para edificar a los creyentes en la asamblea para que puedan hacer el trabajo del ministerio. (Romanos 12: 3-8; 1 Corintios 12: 4-11, 28; Efesios 4: 7-12) Creemos que los dones del Espíritu Santo, como el hablar en lenguas o el don de la sanidad, eran temporales. Creemos que el hablar en lenguas nunca fue común o la señal necesaria de bautismo o llenura del Espíritu Santo; la liberación final de enfermedad o muerte de este cuerpo es la consumación de nuestra salvación en la Resurrección, aunque a veces Dios escoge responder a las oraciones de los creyentes para la salud física. (1 Corintios 1:22; 13:8 14; 21-22)

Creemos en la interpretación literal de las Escrituras en todo su contenido gramático e histórico. Creemos en el rapto de los santos antes de la tribulación, seguido por siete años de tribulación. Creemos en la segunda venida del Señor Jesucristo a la Tierra antes del milenio y Su reinado milenial; después del Milenio, será el Juicio del Gran Trono Blanco, el nuevo Cielo y la nueva Tierra. (1 Corintios 15: 51-58, 1 Tesalonicenses 4: 13-18, 1 Tesalonicenses 5: 1-9; Apocalipsis 19-22)

Creemos que el Señor Jesucristo, el eterno Hijo de Dios, se hizo hombre, sin dejar de ser Dios, habiendo sido concebido por el Espíritu Santo y nacido de la Virgen María, para que Él pudiera revelar a Dios y redimir a los hombres pecaminosos. (Isaías 7: 14; 9: 6; Lucas 1: 35; Juan 1: 1-2, 14; 2 Corintios 5: 19-21; Gálatas 4: 4-5; Filipenses 2: 5-8) Creemos que el Señor Jesucristo logró nuestra redención a través de su muerte en la cruz del calvario como un sacrificio representativo, vicario y sustitutivo; y que nuestra justificación está asegurada literalmente por su resurrección física de los muertos. (Hechos 2: 18-36; Romanos 3: 24-25; 1 Pedro 2:24; Efesios 1: 7; 1 Pedro 1: 3 -5) Creemos que el Señor Jesucristo ascendió al Cielo, y ahora está exaltado a la diestra de Dios, donde, como nuestro Sumo Sacerdote, cumple el ministerio de Representante, Intercesor y Abogado. (Hechos 1: 9-10; Hebreos 9:24; 7: 25; Romanos 8:34; 1 Juan 2: 1-2)

Creemos que todas las personas que son salvos, deben vivir de tal manera que no traigan reproche a su Señor y Salvador, y, esa separación de toda apostasía religiosa, todos los placeres, prácticas y asociaciones mundanas y pecaminosas es mandada por Dios. (Romanos 12: 1-2; 14: 13; 2 Corintios 6: 14-7: 1; 2 Timoteo 3: 1-5; 1 Juan 2: 15-17; 2 Juan 9-11)

Creemos que Dios nos ha ordenado que no se realice ninguna actividad sexual intima fuera del matrimonio entre un hombre y una mujer. Creemos que cualquier forma de homosexualidad, lesbianismo, bisexualidad, bestialidad, incesto, fornicación, adulterio y pornografía son perversiones pecaminosas del don sexual de Dios. (Genesis 2: 24, Genesis 19: 5, 13; Genesis 26: 8-9, Levítico 18: 1-30; Romanos 1: 26-29; 1 Corintios 5:1, 6: 9; 1 Tesalonicenses 4: 1-8; Hebreos 13: 4)

Creemos que cada cristiano, como administrador de esa porción de la riqueza de Dios que le ha sido confiada, está obligado a apoyar financieramente a su iglesia local. Creemos que Dios ha establecido el diezmo como base para dar, pero que cada cristiano también debe dar otras ofrendas con sacrificio y alegría para el apoyo de la iglesia, el alivio de los necesitados y la difusión del Evangelio. Creemos que un cristiano renuncia a todos los derechos para dirigir el uso del diezmo u ofrenda una vez que se ha hecho el regalo. (Genesis 14: 20; Proverbios 3: 9-10; Hechos 4: 34-37; 1 Corintios 16: 2; 2 Corintios 9: 6-7; Gálatas 6: 6; Efesios 4: 28; 1 Timoteo 5: 17-18; 1 Juan 3:17)